viernes, marzo 16, 2007

Confesiones de Un loco

Una mañana cualquiera, como suele pasar de costumbre, el sueño me venció más de lo necesario y me vi obligado a salir corriendo despavorido hacia la parada bajo el riesgo de perder el medio de transporte que me llevaría, a esa fortaleza inmensa entre la José Contreras y la Correa y Cidrón. Rodando en un vehiculo de los dueños del país, mientras me jugaba la vida agarrado de manera precaria a un tubo colocado para la ocasión en la puerta, me dio por reflexionar (¡Que maneras más curiosas de recordar tiene uno!) y me puse a intentar autodefinir en cual de las tantas categorías de ser humano calificaría el sus que habla.

En lo que el cobrador me empujaba y seguían de manera casi mágica subiendo personas al carruaje del pueblo, yo para desconectarme de la realidad trataba mis propias cuestiones existenciales: Primero empecé por darme cuenta, que mi condición Abogado-Filosofo-Músico-Poeta-Pelotero, debe producir una de las asociaciones de palabras más extrañas que se me pueden ocurrir, eso sin sumarle que cada una de mis pasiones ya mencionadas (Yo le agregaría la de Político) influye casi de manera igualitaria en la definición de lo que soy como ser social. ¡Lean Señores que bendito problema!

Entonces mientras “bizcochito” el chofer decía improperios a un conductor de carro público que se atravesó en el puente Duarte, yo todavía en la puerta, estaba aceptando de una vez y por todas, que le debía una disculpa a toda esa gente que había dicho q yo estaba loco; y es que en el pasado me sentía ofendido por estas imputaciones y reaccionaba argumentando fuertemente mi estado de “Sanidad mental”, luego claro de una buena retahíla de insultos mentales, y dos o tres maldiciones que atinaba a echar con mucha vehemencia ; efectivamente nadie como ellos ha estado en lo cierto, en esas circunstancias muy especiales, me pude dar cuenta que de cuerdo me queda muy poco y que a medida que voy desarrollando los vestigios del cuerdo que tengo dentro se van cayendo como las hojas en un otoño cualquiera.

Por eso antes, de que llegue abril y mi locura progresiva se duplique, quiero dejarles a los que aún quedan “sanos” por ahí, mi confesión definitiva: He dejado de ser un casi-cuerdo, para convertirme en un loco confeso. Entiendo las implicaciones que esto me trae, pero no hay nada mejor en la vida que poder uno mismo darse cuenta de lo que es, y yo gracias a un encuentro cercano del tercer tipo con la puerta de una guagua azul (De Fenatrano por cierto) creo haberlo logrado. Finalmente quiero dejarlos con una frase que me viniera a la mente justo cuando el chofer dobló a altísima velocidad en la Máximo Gómez con 27: “Filosofar me ayuda a mantenerme Loco, para así no sufrir la enfermedad mental que padecen los cuerdos”.