lunes, enero 22, 2007

¿Estado de que?

Luego de pasar 21 días sin sentarme frente el ordenador a dejar salir mis impresiones, me he visto casi obligado a tener que desahogarme y liberar a través de palabras escritas los sentimientos que me han producido algunos acontecimientos ocurridos en los últimos días en esta media isla que ya cada vez menos personas nos atrevemos a llamar patria. Por mas que quiero no voy a referirme a los “menores” del glorioso Licey, ni tampoco a la “Guagua” Miguel Tejada y sus demostraciones de profesionalidad y amor por el Baseball; tampoco voy a hablar de amores peregrinos, ni de penas provocadas por besos perdidos de mujer. No, hoy no. Hoy me ha estremecido ver que la nación esta sumida en un letargo tal que no le permite ni siquiera darse cuenta de lo dormida que esta, las frustraciones acumuladas en mi corta existencia no hacen sino aumentar, y cada vez me convenzo más de lo buena que ha sido mi decisión de declararme pesimista.

El estado que esta llamado a ser un gran pacto social que se supone lo suscriben todas las esferas y grupos sociales, se ha convertido en un ente inerte, insípido y que contiene todas las demás características que a todo muchacho le enseñan que posee el agua. Definitivamente en algún momento hemos perdido la brújula. Perdimos de vista que excluyendo socialmente a las mayorías provocaríamos que estas no solo no respetaran la autoridad, sino también que la misma autoridad desapareciera completamente; al constituir un estado excluyente, parasito e irresponsable la clase política sin saberlo se ha auto inhibido de la facultar para reglamentar la vida de mucha gente; solo vasta con ir a uno de los suburbios de Santo Domingo para darse cuenta que el estado ha perdido toda autoridad sobre la gente que allí vive, y es que como podemos exigirle a alguien que nunca aprendió para que sirve el estado y que solo ha visto que el gobierno y sus instituciones existen precisamente para agredirlo; que respete
ese ordenamiento jurídico que para el no tiene ningún tipo de legitimidad.

En República Dominicana no existe estado, lo que existe es un aparato burocrático fantoche que se limita simplemente a aplicarle la ley a aquel que quiera cumplirla (Por ejemplo el club de los pendejos), sin la autoridad moral, la capacidad y mucho menos el deseo de enfrentar y combatir a los reales infractores de la ley, a veces por irresponsabilidad, pero otras tantas tambien por complicidad.
Decir que tenemos un estado fallido seria ser condescendientes, la realidad es nuestra nación va como una jauría en desbandada sin horizontes y sin rumbo; cosas como la manifestación de chóferes del día de hoy; donde turbas armadas y grupos que podrían ser catalogados como paramilitares limitan el derecho al libre transito ante el ojo permisivo de aquellos llamados a velar por nuestros derechos, no es mas de la confirmación de que este modelo “democrático” ha fracasado no solo en resolver los problemas económicos que causan la pobreza del pueblo, sino que tambien ha fracasado en mantener el significado de lo que debe ser un estado. Nuestra clase política es el Rey Midas al revés, los sindicatos llamados a ser voces de difusión del pueblo son compañías por acciones que compran y venden al mejor postor, nuestra sociedad civil no es más que un grupo de seudo-políticos que se mantienen defendiendo intereses dominicanos y extranjeros; y finalmente carecemos de espacios de representación real donde los cientos de miles de Juan Pérez, puedan sentir que su relación con el estado va mas allá de pagarle los chelitos a Juan Hernández y ver el desfile militar del día 27 de febrero.

La indignación cada vez más llega a todas las clases sociales, los recursos que uno pudiera considerar para salir del atolladero en que estamos cada vez parecen menos posibles; por esto me permito tomar la ya celebre frase que acuñara en días recientes la voz oficial del Club de los pendejos, y convertirla al menos en un ruego personal que permita expresar en pocas palabras todos los sentimientos que produce la situación que vivimos: “Aquí tiene que pasar algo, Makinini, Aquí tiene que pasar algo”.